lunes, 20 de diciembre de 2010

El valor de los regalos

“Podemos deducir que los obsequios pueden ser reducidos a dos grandes tipos, los que se realizan por querer hacerlos y los que se ejecutan por deber, sin que uno menoscabe al otro”

Regalar es una práctica tradicional en esta época del año, pero no todas las personas comprenden los alcances de este acto. Para muchos es una simple rutina, o un hábito consumista. Incluso, para algunos el buscar regalos es una ‘tortura’ y una pérdida de tiempo. Sin embargo, ¿a quien no le gusta recibir regalos? Por lo tanto, hacerlos es una acción muy valorada, indica la psicóloga Liliana Zabala.
La Navidad es sinónimo de obsequios, especialmente para los niños. No obstante, los padres deben enseñar a sus hijos el verdadero significado de esta fiesta para que no piensen que sólo se reduce a un intercambio de presentes, sino que éstos son un aditamento. Es un momento que los chicos esperan con más ilusión, expresa la psicopedagoga Ángela Callaú.
Es importante tomar en cuenta, continúa, que los obsequios no tienen que ser caros. A los pequeños les causa la misma emoción una baratija como algo sofisticado, pero para que tengan magia y los disfruten, es preciso acompañarlos del ritual correspondiente. A ellos les intriga el tamaño, la forma, colores, olores, textura o sonidos. Todas estas cosas deben ser exploradas y descubiertas.
Para elegir un presente, es necesario tomar en cuenta la edad de los menores y cómo los juguetes pueden ayudarlos en su aprendizaje, porque el juego también es un adiestramiento.

¿Cómo se mide su valor?
Ángela dice que antes de dar un regalo hay que saber cómo se mide el valor que encierra ¿En el dinero que cuesta o en el tiempo invertido? ¿En la ilusión que se le pone o en su utilidad práctica? ¿Es posible que valga lo que significa la persona que regala? ¿Vale más uno bien terminado que otro en el que has puesto todas tus ganas pero ha quedado fatal? ¿Más obsequios implica más amor?
“Creo que para respondernos a estas interrogantes debemos saber que las cosas no valen por lo que son, sino por lo que significan y por el amor que le ponemos al comprarlas o realizarlas”, refiere Ángela.
Liliana comenta que desde niños se nos enseña a esperar regalos en alguna fecha importante, especialmente en Navidad. “No obstante, considero que en lugar de aprender a recibirlos, sería más efectivo que se nos capacite primero para hacerlos”, resalta.

Dar es comunicar
En este sentido agrega que, para aprender a regalar, primero es necesario modificar un paradigma que está muy arraigado: obsequiar es comprar. Definitivamente, hace falta un proceso de adquisición para obtener un presente, pero donar es más que dar, es comunicar algo. “Cuando compramos algo para otro en realidad nos preguntamos: ¿Qué puedo regalar? ¿Qué quiero decir con un obsequio?”, consulta la psicóloga.
El intercambio de presentes es un poderoso medio de comunicación y de interrelacionamiento de vínculos afectivos. En lugar de pensar los regalos como productos, se los debe ver como mensajes que contienen significados simbólicos y propósitos. Pero por sobre todo, los obsequios son vínculos simbólicos de la relación entre los familiares y personas, remarca la psicoterapeuta Claudia Tórrez.

Un regalo crea unidad
Un buen obsequio une a las personas, un presente dice mucho acerca de quien lo da, de quien lo recibe y de la relación entre ambas personas, puesto que cuando se otorga un regalo se le transmite a ese ser lo que significa para nosotros y lo mismo ocurre cuando lo recibimos, coinciden las psicólogas.
“Cuando la compra de un obsequio involucra dedicación, empatía y representa un valor, deja de ser un acto netamente comercial y se convierte en una oportunidad para hacer crecer la relación. Si aprendemos a regalar y comprendemos que es una herramienta de comunicación muy poderosa, encontraremos en lo material, un buen camino para plasmar lo emocional”, expresa Liliana Zabala.
Para Claudia dar regalos es una parte sorprendente e importante de interacción humana que ayuda a definir las relaciones y fortalece los lazos con la familia y los amigos. A menudo el que da, más que el que recibe, es quien cosecha los mayores réditos psicológicos de un buen obsequio.

La ilusión de un obsequio
En criterio de la psicóloga Marisel Córdoba, es evidente que los seres humanos somos amantes de la ilusión de un regalo. Por ese motivo, todo puede llegar a ser un gran ceremonial cuando vamos a dar, porque existe en nuestro universo a familiares y amigos. “Para la mayoría de las personas el objeto que se da a otro tiene mucho que decir, por lo tanto, algunos quieren elegir detalles costosos. Todo depende de la categoría del que recibirá, además de la situación social tanto del que da como del que recibe”, precisa.

Tipos de presentes
Ángela considera que las personas otorgan presentes por diferentes motivos. Por ejemplo, se pueden dar para: agradecer, comprar voluntades, conquistar y seducir, cumplir compromisos, demostrar poder, homenajear y honrar y reparar daños o heridas.
“En este sentido, podemos deducir que los obsequios pueden ser reducidos a dos grandes tipos: los que se realizan por querer hacerlo y los que se ejecutan por deber, sin que uno menoscabe al otro”, remarca.

Los mejores regalos
Marisel dice que los mejores regalos tanto para la familia como para los amigos, son el amor y la sinceridad, no sólo en la Navidad sino como eternos sentimientos que se deben compartir.
Para Ángela, Jesús es el mejor obsequio que se puede dar a una persona en Navidad. “No hay ningún juguete, ni ropa, ni regalo material que pueda alcanzar la maravilla del regalo de Dios. Nos da vida todos los días, nos brinda salud, nos regala una familia, amigos, la naturaleza y, además, Dios nos entrega a su Hijo”, concluye.

Frustración por el materialismo
Claudia agrega que hay mucha gente frustrada por el consumismo, que puede verse tentada a decidir no regalar nada. Al respecto, indica que un informe realizado por expertos muestra que cuatro de cada cinco personas piensan que las fiestas son demasiado materialistas. Si bien es razonable recortar los gastos en esta época, dice, evitar el intercambio de dádivas con los seres queridos no es la solución, puesto que al rechazar o no dar regalos, puede estar dejando de lado una importante conexión con su familia y amigos.
“Eso no ayuda a la relación. Si no permito que me den un regalo, entonces no aliento a los demás a que piensen en mí y en lo que me gusta. Impido a los otros que experimenten la alegría de embarcarse en todas esas actividades. Uno perjudica a los otros al no obsequiarles la posibilidad de dar”, subraya la psicoterapeuta.

“Es importante que los padres enseñen a sus hijos el verdadero motivo de la Navidad para que ellos no piensen que se reduce a un simple intercambio de regalos”, aconseja Ángela Callaú

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