Las luces navideñas, que antes se utilizaban sólo para adornar el árbol, hoy le imprimen el espíritu navideño a las calles, hogares, instituciones públicas y privadas, puertas y techos y le dan un ambiente especial a toda la ciudad.
Los colores rojo, verde, dorado y blanco, que parpadean y destellan en los adornos o monumentos, muchas veces al ritmo de distintas tonadas navideñas, iluminan los días previos a la Nochebuena.
Las luces navideñas iluminan la vida, animan el espíritu y nos recuerdan tiempos pasados, gustan a los pequeños y, aunque sea por un momento, nos dejan un respiro alegre ante las preocupaciones.
Esta forma de decoración se inició en Estados Unidos , donde el bajo costo de las luces, sumado a la necesidad de sus dueños de llamar la atención se convirtió en una práctica a nivel mundial. Casi todas las ciudades más importantes del mundo adornan sus calles, parques y edificios, en lo que parece haberse convertido en un concurso de creatividad luminosa.
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