domingo, 19 de diciembre de 2010

12 mandamientos para la cena de Nochebuena

Le tiemblan las piernas. Siente náuseas. La ansiedad le paraliza. Es la Navidad que se acerca, y con ella el estrés de comprar comida para montones de personas, prepararla, servirla, que todo salga a la altura de las fechas y no arruinarse en el intento. Tranquilidad: todos los que participamos cada año en los procesos culinarios navideños hemos sufrido los mismos ataques de pánico. Por eso, seguir estos 12 mandamientos le podrá ayudará a elevar el nivel gastronómico, y a la vez reducirá significativamente los niveles de gasto, irritación y nerviosismo.

1. Planifique con antelación. Para alcanzar el éxito en las comidas navideñas y que no cuesten un ojo de la cara, más dos o tres riñones, tome en cuenta que existe un mandamiento básico y primordial: decidir qué vamos a comer lo antes posible. Cuanto antes cerremos los menús a cal y canto y sepamos qué cosas hay que comprar y preparar, más tareas podremos hacer con antelación, mejor las podremos repartir entre los miembros de la familia y menor será el estrés durante los días navideños propiamente dichos. Además, ahorraremos dinero.

La planificación tiene unos enemigos intrínsecos: los familiares que suelen sugerir cambiar platos o añadir otros a última hora. Si tiene una mamá o una tía entrometida, es mejor que las derive a preparar los aperitivos o a los postres, manténgase firme en su menú de los platos principales.

2. Encargue lo que pueda. Una vez cerrado el menú, conviene encargar lo antes posible los ingredientes principales de los platos, ya sea carne, pescado o marisco. Ésta es la mejor manera de garantizar al 100% la calidad del producto. Lo bueno es que en estas fechas las roticerías, y su carnicero de siempre, aceptan los pedidos previos.

3. Congele sin temor. No es noticia que a los señores que ponen los precios se les suele ir la mano en estas fiestas, sobre todo en los productos frescos. Una manera de ahorrar es comprar con antelación los alimentos que se puedan congelar sin que su calidad merme. Es el caso de las carnes, se pueden meter al congelador y ser utilizadas tranquilamente un par de días antes.

Con los pescados, el asunto es un poco más peliagudo, porque por desgracia no saben igual después de congelados. Eso sí, podemos reducir al mínimo ese cambio con periodos cortos de congelación, envoltorios adecuados (los mismos que los de la carne), descongelaciones lentas en la nevera y preparaciones en las que no se note tanto el efecto del frío.

4. Elija platos de temporada. ¿Cuál es la mejor forma de que nuestras facturas en comida se disparen? Pretender comer en estas fechas verduras, frutas y otros alimentos que no son propios de la época en su región.

5. Apueste por la humildad y la simplicidad. Uno de los mayores errores que se cometen en estas fechas es pensar que si no se come algo carísimo y/o complicadísimo de hacer no se está celebrando la Navidad como se merece. Por eso debe repetirse a usted mismo mil veces: “no quiero ser una estrella de la cocina”, los platos emperifollados y liosos ya no se llevan, y unos ingredientes humildes, combinados en una receta correcta, pueden ser mil veces más satisfactorios para usted y para su familia, que unos lujosos.

Por eso es importante que elija fórmulas sencillas que tengan alguna técnica o ingrediente distinto de alta calidad que los saque de la rutina, porque ése es el camino más corto hacia el triunfo.

6. Evite preparaciones de última hora. Cuantas menos cosas tenga que hacer en el último momento, mejor. En términos prácticos, ésto se traduce en preferir los platos fríos, los asados y los guisos a los salteados, los fritos y la plancha. No ocurre nada porque haya un platillo que necesite un toque final justo antes de pasar a la mesa, pero sólo uno. Piense que en las comidas navideñas suele haber muchos comensales, y si empieza a cocinar en ese momento, lo más probable es que no salgan bien o que a más de uno de los invitados les toque algún bocado medio frío.

7. No se vuelva loco lo con qué van a comer los niños. Según los expertos, la Navidad genera un gran estado de excitación en los chicos. Esto significa que necesitan comer mucho menos que lo normal; y que con que piquen un par de entremeses y “traguen” postres y dulces es más que suficiente. Por eso deje de lado los caprichosos gustos infantiles en el resto del menú, porque si no lo hace se meterá en una espiral de pesadilla que no conduce a nada. Además, tome nota: déjelos levantarse de la mesa e irse a jugar sin reprenderlos y obligarlos a cenar todo.

8. No se vuelva loco con que todo guste a todo el mundo. No pasa nada si es que fulanita no come alcachofas y que sutanito no prueba el pescado. Navidad es igual a sobreabundancia de comida; que algún miembro de la familia se tenga que saltar un plato, no es ningún drama. Ya tomará otras cosas. Eso sí, no se pase con ingredientes demasiado exóticos que pueden causar un rechazo generalizado: por eso deje de lado los experimentos con carne y pescado crudo.

9. Dé de beber antes de comer. Puede que un "cóctel de bienvenida" sea algo cursi y común, pero es justamente lo que tiene que dar a la familia antes de comer si quiere que reine la diversión. Una dosis moderada de alcohol no sólo lubrica las relaciones, sino que predispone a los comensales para disfrutar con más alegría de la comida y perdonar posibles errores. Insisto, una dosis moderada: no hay nada más lamentable que sentarse ebrio o muy entonado en una mesa, peor si es Navidad.

10. No se sienta culpable si compra algo hecho. No, no es usted de lo peor si compra algún plato preparado en un sitio de confianza. Hacerlo le puede liberar de parte de la presión y dejarle tiempo para centrarse al máximo en el resto del menú. Eso sí, no hay nada más triste que una cena o una comida navideña encargada en su totalidad: cocinar un poco para los demás, aunque sean cosas muy sencillas, es una muestra de amor.

11. Modera las cantidades. El atiborramiento es el peor mal de la Navidad. Sólo hay una sensación peor que la de sentirse inflado de comida después de un banquete, y es la de llegar al segundo y a los postres sin ganas y no poder disfrutarlos. Lo mejor es ir de menos a más: aperitivos variados pero escasos, entrada ligera, segundo abundante por si hay algún tragón y postres también abundantes, pero no pesados. Trate de superar el temor que suele atacar siempre en estas fechas, si se pregunta "¿habrá suficiente?" contéstese: "sí".

12. Sea consciente en todo momento de que la comida no es lo más importante. Relájese, el mundo no se acaba porque la fiesta gastronómica no sea absolutamente perfecta. Dése por satisfecha con acertar con unas cuantas cosas y tómese a risa cualquier fracaso. Lo fundamental en Navidad es pasar un rato agradable con los suyos en un ambiente de paz y armonía. Lo dicen los curas y los cursis, y tienen razón.

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