Siete personas, de edades entre 18 y 60 años, que acababan de abrir los regalos de Navidad, fueron halladas muertas a tiros en un departamento de Grapevine, en la periferia de Fort Worth, en Texas, aunque aún se desconocen los motivos que desencadenaron la matanza.
La Policía abrió una investigación sobre este aparente homicidio-suicidio, ya que se sostiene que el agresor se encuentra entre los fallecidos.
Una fuente cercana a la investigación informó a la cadena NBC Dallas-Fort Worth que quien cometió la matanza era un hombre de mediana edad que iba vestido de Santa Claus y que luego de haber realizado su cometido se suicidó.
Todas las víctimas -cuatro mujeres y tres hombres- están relacionadas entre sí, aunque algunas sólo estaban de visita, no vivían en el departamento, precisó el sargento de la Policía de Grapevine, Robert Eberling.
La identidad de las víctimas se dará a conocer una vez efectuada la autopsia.
La vivienda está ubicada en una comunidad tranquila de unos 46.000 habitantes, que se encuentra a unos 30 kilómetros al noroeste de Dallas, muy conocida por sus viñas.
“Esta es obviamente una tragedia terrible, y el hecho de que haya sucedido en Navidad la vuelve aún más trágica”, comentó el alcalde, William Tate.
Tras recibir un llamado de emergencia al 911 de esa dirección, durante el cual nadie hablaba, la Policía irrumpió en la vivienda que había sido rastreada gracias al llamado.
La casa estaba decorada con un árbol de Navidad y otros adornos, donde además de los cuerpos diseminados entre la cocina y el salón halló también dos armas de fuego.
“Era una fiesta de Navidad como cualquier otra, parece que acababan de celebrarla porque habían abierto sus regalos”, dijo Eberling.
No había indicios de puertas forzadas o lucha en el lugar del crimen. Muchos de los departamentos contiguos, en el complejo de casas Lincoln Vineyards, estaban vacíos, por lo que ningún vecino reportó haber escuchado gritos o disparos.
Al conocer la noticia, sin embargo, todos se dijeron impactados: “Es terrible, esta es una zona tranquila, todo son familias, no hay robos de casas”, dijo Christy Posch, una azafata que se mudó a la zona junto a su hijo hace unos seis meses.
La casa está muy cerca de Colleyville Heritage High School, una escuela muy bien considerada de la zona.
Un mecánico de 35 años, José Fernández, confirmó que se trata de un lugar tranquilo aunque reconoció que ahora le da miedo dejar a su hijo jugar libremente afuera por miedo a cualquier actividad sospechosa.
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