sábado, 9 de julio de 2011

Pilincha, la muñeca 100% boliviana de fama internacional

Ver a una Pilincha hace que cualquier adulto vuelva a ser niño. Con sus 27 centímetros de alto, esta muñeca de trapo representa a la bolivianidad. Muestra la cultura del país a través de su vestimenta y sus características y, gracias a esa originalidad, se ha hecho famosa en varios países del mundo.

Su rostro redondo, de color algo canela, ojos oscuros, nariz pequeña y boca sonriente en cualquiera de las versiones, ya sea imilla o camba, está mucho más relacionada con el aspecto que poseen los bolivianos que cualquier otra muñeca “made in” China, Taiwán o Indonesia. Toda ella es identidad nacional.

Una inquietud de la niñez

La creadora de la muñeca es la orureña Felicidad Lara Bustillos, quien a la edad de cinco años ya fabricaba sus propias muñecas y juguetes. Con el transcurso del tiempo, se dedicó a las artes plásticas, hasta que la inquietud por volver a hacer muñecas resurgió después de la maternidad, mientras se dedicaba al diseño de ropa con toques andinos y vanguardistas.

“Empecé a hacer bosquejos y a teñir las telas para la vestimenta. Yo decía, no puede ser una muñeca rubia, ‘gringa’, tiene que ser similar a nuestra gente, ya que siempre hubo racismo en cuanto al color de la piel de las personas y era necesario que tenga nuestra identidad para que empecemos a apreciar nuestras raíces”, explica Lara.

Fue entonces que decidió hacer la muñeca de trapo más representativa de Bolivia pero que, además, con su calidad llame la atención de propios y extraños, incentivándolos a valorar y aceptar la cultura y diversidad del país.

La primera fue una imilla

El nombre de Pilincha surgió porque cuando Lara empezó a elaborar las muñecas, una de sus amigas le pidió una para su hijo.

Tiempo después la amiga, junto a su hijo y su muñeca que estaba dañada, regresaron a verla. El niño le dijo: “¿Me arreglas mi pilincha?”, idea que se le ocurrió al pequeño porque Pili es el apodo de Lara.

Hace 24 años irrumpió en el mercado la primera Pilincha en su versión de imilla, con vestimenta sencilla pero siempre colorida. A ella le siguió su pareja, el “llocalla” con su faja y lluchu tradicionales.

Luego llegaron sus hijos llamados Pilunchos y hasta el bebé llamado Tantawawa.

Ya no se trataba sólo de hacer una muñeca, sino de crear una línea de sus similares para jugar.

Poco después surgieron las otras versiones de Pilinchas, como la chola cotidiana y la de gala -igual a la que baila en Gran Poder-. También se crearon versiones de la tarijeña, guaraní, camba, queremba, afroboliviana, de la potosina -con el traje de tinku- y la titicachi, oriunda de la comunidad del mismo nombre, cercana a Copacabana.

A ellas les siguieron sus respectivas parejas y algunos solteros como el tarabuqueño, con la vestimenta de pujllay.

Una muñeca educativa

Las Pilinchas se convirtieron en un instrumento de educación cuando la suiza Cristina Tartaleti, quien desarrollaba proyectos para guarderías, introdujo las muñecas en actividades de aprendizaje en las aulas, en lugares como el oriente boliviano y el lago Titicaca.

“Por ejemplo, el pueblo de los guaraníes que vive en Tarija no dejaba que entren elementos extraños a su cultura, entonces se llevaron la pareja muñecos guaraníes para que estos niños aprendan”, señala Lara.

Ecológica y muy famosa

La primera feria internacional donde estuvo la Pilincha fue en Córdoba. A ésa le siguió Chile, Colombia, España y muchas más. Gracias a su diseño, la muñeca tiene tres medallas a la calidad, una de ellas internacional.

Abrirse mercado no fue fácil porque el apoyo de las autoridades en cuanto a la exportación es muy precario. La fama actual de la muñeca es el resultado del esfuerzo de Lara y sus hijas, quienes trabajan junto a ella en la empresa.

La muñeca se exporta a España, Alemania, Estados Unidos, Holanda y Argentina, pero está comprobado que la Pilincha llega a lugares no previstos, ya que su creadora se ha encontrado con ella en lugares que no imaginó, como en Chile. Además un conocido periodista boliviano ha regalado la muñeca a personalidades como Rafael y Hilary Clinton.

La fabricación y vestimenta de las muñecas es ecológica y a ello se le suman algunos detalles que siguen los parámetros de la moda. Es decir, que si la tendencia de este año en polleras para la chola paceña es con base en telas llegadas de China, la Pilincha también usará ese material.

También lleva un sombrero especial de paño en tamaño real y otras llevan mantillas y los sombreros con orejas, que son el distintivo de las diminutas tantawawas.

Cada una de las prendas que viste a la Pilincha es independiente y se puede quitar, no es tóxica y es lavable.

El costo de la muñeca va desde los 100 a los 120 bolivianos. La chola elegante cuesta 220 bolivianos, los varones desde 80 a 100 bolivianos. Los bebés y los Pilunchos tienen un costo adicional.

Actualmente, estas muñecas se venden en los aeropuertos de Santa Cruz y La Paz, además de la tienda ubicada en la Galería Dorian, en calle Sagárnaga y Murillo.

Una muñeca “orureña-paceña”
Fabricación El primer paso es cortar las telas que formarán los cuerpos, esto se hace en La Paz y luego son enviadas a Oruro.


Costura La costura de las formas para los cuerpos se hace en Oruro.


Conclusión El proceso finaliza en La Paz, cuando se rellenan y visten a mano a las muñecas.


Imitación Hay varias imitaciones de la Pilincha, la original lleva etiquetas en el cuerpo y la ropa.

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