Si llevas un short “neon”, que entrará con fuerza esta temporada estival, es porque ella así lo decidió. La delgada mujer con brazos cruzados, siempre presente en los “frontrows” de los desfiles de moda, se oculta tras gafas oscuras y un “bob” inglés.
El mes pasado, y por tercer año consecutivo, fue la “host” de un evento sin precedentes que ella misma inició: el Fashion Night Out (FNO), que se celebra en varias ciudades, desde Manhattan y Milán a París y China. Durante el “fashion event” las tiendas se convierten en lugares de fiesta, y compras, para todas las mujeres así como celebridades, diseñadores y estrellas.
Talento inhato
Nativa de Londres, de padre inglés y madre norteamericana, se interesó en la moda en una época de grandes cambios en Londres. De adolescente aconsejaba a su padre, editor del periódico Evening Standard, cómo podía mejorar la publicación atrayendo a jóvenes. Anna estudió en el North London Collegiate School, pero abandonó la escuela a los 16 años y optó por no ingresar a la universidad e iniciar una carrera en el periodismo.
Por órdenes de sus padres tomó clases de moda, pero la dejó rápidamente afirmando que “o sabes de moda o no”. Trabajó en Harrods, donde salió con hombres con buenos contactos. Entró al periodismo de modas en 1970 cuando la revista Harper’s Bazaar se fusionó con la revista Queen para convertirse, por un tiempo en Harper’s & Queen. En 1975 trabajó como editora de moda en Harper’s Bazaar en Nueva York. Más tarde Anna fue editora de moda en la revista New York.
El año 1986 se convirtió editora de la revista Vogue británica, de la cual dijo que quería llegar a “un nuevo tipo de mujer, interesada en negocios y dinero; que ya no tiene tiempo para comprar y que quiere conocer qué y por qué y dónde y cómo”. Cambió y mejoró la circulación de Vogue británica; luego hizo lo mismo con la Vogue norteamericana, cuando finalmente obtuvo el puesto de editora general en 1988. Bajo su predecesora, Grace Mirabella, la revista se había enfocado en estilos de vida y menos en la moda. En la industria se temía que perdiera nombre ante la recién lanzada revista ELLE en EEUU. Wintour dejó su marca instantáneamente; realizó un cambio en las fotografías de la portada (mostraban más el cuerpo y eran tomadas en exteriores); usó a modelos poco conocidas y luego usó a actrices o celebridades. Bajo su mando, la revista renovó su enfoque en la moda y volvió a ser tan importante como alguna vez lo fue.
Tuvo éxito en cambiar una revista tambaleante y ha sido ampliamente reconocida dentro de la industria editorial por su éxito.
A través de los años, Wintour se ha convertido en una de las personas más poderosas en el mundo de la moda, estableciendo tendencias y consagrando a nuevos diseñadores. El periódico The Guardian la llamó la “alcaldesa no oficial” de Nueva York. También desarrolló la creación de tres títulos alternos a su revista: Teen Vogue, Vogue Living y Men’s Vogue. Su éxito por expandir la marca de Vogue le valió el título de “editora del año” por la revista AdAge.
Tras bastidores, se ha encargado de que casas de moda contraten a jóvenes y frescos diseñadores como John Galliano, quien le debe su trabajo en Christian Dior.
Tiene un salario estimado en cinco millones de dólares al año, y también cuenta con generosos beneficios, como un presupuesto de 50,000 dólares para ropa, un chofer y una suite en el Hotel Ritz de París mientras asiste la semana de la moda en esa ciudad.
La imagen tras bastidores
Anna se casó con el psiquiatra infantil David Shaffer en 1984 y tuvo dos hijos, Charles y Katherine (conocida como Bee). La pareja se divorció en 1999; tabloides y columnistas de chismes especularon que fue por una aventura que Anna sostuvo con el millonario inversionista texano, Shelby Bryan.
Su personalidad fría y demandante le ha valido el apodo de “Nuclear Wintour”. En 2003 su ex asistente, Lauren Weisberger, publicó su exitosa novela convertida en filme, The Devil Wears Prada (El Diablo viste de Prada), cuya antagonista Miranda Priestly, una editora de modas cuya versión en la vida real, se cree, es Wintour. Por otro lado, la exitosa editora, fiel a las pieles, es muchas veces criticada por el grupo proteccionista de los derechos animales PETA. Pero a pesar de su fama de mujer fría, Wintour es una activa filántropa; es fiduciaria del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York y comenzó la Fundación CFDA/Vogue para alentar y apoyar a diseñadores de moda desconocidos. También ha juntado más de 10 millones de dólares para asociaciones que ayudan al sida, organizando eventos benéficos.
Sin embargo, sus defensores la ven como una feminista cuyos cambios en la revista Vogue han reflejado, reconocido y fortalecido los avances en el papel de la mujer. Vogue, a diferencia de muchas otras revistas femeninas, no da consejos para conquistar a un hombre o lograr un abdomen plano, pues asume que no necesitas ayuda para hacerlo. Recuerda a las mujeres que se complazcan, exhibiendo toda clase de adornos (ropa, belleza, joyas, muebles, destinos de viaje…) que una mujer exitosa podría comprar, o por lo menos admirar. La Vogue de Wintour permite a las mujeres imaginar un mundo, cada vez más accesible, en el cual la búsqueda de la belleza refuerza la autoridad femenina.
“The september issue”
lo DIJO:
“O sabes de moda
o no”
Anne Wintour
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