domingo, 6 de marzo de 2011

VIDEOJUEGOS donde la historia es diversión

En Berlín se acaba de inaugurar un museo dedicado en exclusivo a los videojuegos: a repasar su historia y sus efectos

Desde Pac-Man a GTA, los videojuegos “han influenciado nuestra cultura tal y como la prensa o el cine en su momento”. No tienen dudas al respecto los fundadores del Computerspiele Museum, el museo de videojuegos berlinés, institución única en su género y que da acceso al público a una de las colecciones más grandes del mundo: 14.000 juegos, 2.300 ejemplares históricos y actuales de hardware y 10.000 escritos acerca de la historia de más de 50 años lúdicos. No es el primer museo de estas características, pero sí el que pretende seguir abierto.

Andreas Lange, de 46 años, tuvo que luchar para conseguir su objetivo. Este señor excéntrico que estudió Ciencias Religiosas en la universidad y terminó su carrera con un trabajo acerca de La historia de los videojuegos desde el punto de vista de la teoría de los mitos, analizando Indiana Jones y Mickey Mouse, creó ya en 1997 una galería donde se exponían videojuegos.

Los escasos visitantes podían quedarse a jugar en este museo artesanal, donde por lo demás se exponían piezas de su preciosa colección privada. El 2001 cerró sus puertas por falta de dinero y en signo de protesta contra la ciudad que no quería financiar su trabajo.

Al cabo de 10 años y gracias a las ayudas del alcalde Klaus Wowereit y de la Unión Europea, su sueño está a punto de convertirse en una realidad no sólo para él, sino para todos los amantes del género de Europa.

“Existen secciones de museos más grandes que tratan este tema en el Reino Unido y Estados Unidos; no había, sin embargo, un museo enteramente dedicado a los videojuegos”, explica Lange, mientras decenas de trabajadores se mueven detrás de él para ajustar los últimos detalles antes de la primera rueda de prensa de mañana. A su lado, un lienzo cubre una gran máquina que mide más o menos como él.

Tras destaparla, describe con orgullo que se trata de la Computer Space, de 1971, el primer videojuego automático a monedas, una de las piezas centrales de la colección.

Articulada en tres secciones (Homo ludens, Game History, Homo ludens digitalis) la exposición se esfuerza en ofrecer también el contexto de análisis de los juegos y su evolución, a partir de su prehistoria con algunos ejemplares de Doungeon Dragon, considerado como la base para los modernos juegos de rol en Internet, pasando a través del aspecto de la comercialización de los hardware, y toda la evolución de las consolas de Nintendo y Sega, hasta una sección que analiza, a través de pruebas interactivas, la función del sonido en los juegos. Un recorrido secundario se centra a su vez en la evolución: desde la interacción hasta la centralidad del cuerpo.

“Se puede decir sin duda que es una de las colecciones más grandes del mundo, seguramente la más grande de Europa”, afirma Lange mientras ilustra cómo funciona un joystick de 1,20 m de altura.

En una pared formada por varios cubos que parecen enormes pixeles están enumerados los hitos de la historia mundial de los videojuegos, desde Súper Mario, pasando por Zelda, hasta Gran Theft Auto, el juego más vendido en la actualidad. A través de un cursor es posible visualizar la historia y la descripción de cada juego.

Se destacan, en el recorrido, las entrevistas hechas especialmente para este museo a algunos protagonistas de la historia como Niklaus Wirth (creador de Pascal) o Ralph Baer, padre de Atari, “un señor muy activo, quien nos ha ayudado en la fase de creación del museo y que suele conectarse con nosotros a través de Skype”, asegura Lange.

El museo tiene la ambición de tratar todos los aspectos de los videojuegos, y por esto deja relativamente amplio espacio a sus efectos colaterales, “primero entre todos la dependencia: todos pueden potencialmente engancharse y ser dependientes, en particular ahora con los juegos de rol en Internet que son infinitos”, asegura Lange. Otra cosa, según el director del museo, es la violencia, “no creo que un videojuego, de por sí, pueda incitar a la violencia, sin embargo puede exaltar a personas que ya tienen tendencias hacia la agresión y la violencia”. Situado en la Karl Marx Allee 93, en un edificio socialista, el museo ya abrió sus puertas el pasado 21 de enero.

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