Los familiares que ayer hacían fila para visitar a sus allegados dijeron que es difícil pasar la Navidad sin los papás. “Yo no sé cómo pasarán la Navidad los reos, tal vez como nosotros igual; algunos felices, otros tristes; algunos con sus familias, otros solitos. Yo no sé cómo será”, dijo una señora en la puerta de ingreso del penal.
Juana (nombre ficticio) también hace fila para visitar a su hermano. Ante la consulta de si lo visitará en Navidad, responde: “No, es difícil porque hay que pasar la Navidad en la casa con la familia”. Pablo (nombre ficticio), privado de libertad hace cinco años, cuenta que al principio pasar estas fiestas sin la familia era lo más duro, pero que después uno se va acostumbrando a estar “con los amigos nomás... aunque no es lo mismo, ¿no ve? Otra cosa es estar con la familia, con tus papás, tus hermanos”.
“Al principio venían mis hermanos, pero poco a poco después ya no han podido venir diciendo que tenían que pasar la Navidad con sus familias propias, con sus hijos y sus esposas en sus casas. Yo les entiendo, pues porque ya cada quien hace su vida, pero a veces vienen un día o una semana antes y me traen un regalito, una cosita siempre. No es lo mismo, pero uno se acostumbra a todo aquí adentro”, añadió.
Respecto a los niños que pasan la Nochebuena en la cárcel, un familiar dijo que “al principio no se dan cuenta porque igual están con sus papás”, pero después se dan cuenta de la situación y se ponen un poco tristes “y sus papás también quieren libertad”.
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