domingo, 25 de diciembre de 2011

Su historia cuenta. Está feliz y agradece su oficio de Papá Noel

Ser Papá Noel para Jorge Osinaga Ulloa no es solamente ponerse un traje rojo y decir ¡ho ho ho ho! Después de ocho años de representar al viejo pascuero, está convencido de que tiene entre manos una responsabilidad muy grande: la de mantener viva la ilusión de Navidad.
“Hay que tener la respuesta precisa para los niños”, explica.
Cuenta que numerosos pequeños le dejan sus cartas pidiéndole sus regalos de Navidad o le confían el secreto al oído. Para mantener la magia de la ilusión, los padres de los niños también confían en él. Le preguntan a Santa Claus qué regalo quieren sus hijos y algunos le piden que sea él en persona el que los entregue.
“Me siento muy feliz de ser Papá Noel”, confiesa con alegría, haciendo sonar el típico timbre de su campanilla con la mano izquierda, mientras que posa la mano derecha sobre su ancho cinturón negro.
La idea de representar al viejo pascuero se le vino como una revelación hace ocho años cuando al inicio de la temporada de fin de año no encontraba trabajo y no sabía cómo costear los regalos de Navidad de sus nietos.
“Me miré al espejo; tenía la barba larga y blanca y de pronto me pregunté: ¿y si trabajo de Papá Noel?”
La respuesta inmediata fue dirigirse a un supermercado y ofrecer sus servicios como Papá Noel. Su iniciativa fue acogida con entusiasmo y desde entonces es el Papá Noel oficial del Hipermaxi.
“Me sentí muy bendecido, fui donde la Virgen de Cotoca a agradecerle por mi apariencia, por mi barba y mi aspecto de Papa Noel y le pedí que me guíe para cumplir bien mi labor”, dice.
Nació en Vallegrande y tiene 75 años. Recuerda que a lo largo de su vida ha realizado distintos oficios y comenzó a ganarse la vida desde los ocho años. Hace ocho meses quedó viudo, su esposa Olga se fue y él se quedó con nueve hijos y 15 nietos.
Habla de su familia con cariño dice que nunca deja de pensar en sus hijos y en cómo ayudarlos, aunque ya todos trabajan. Describe su casa como un lugar que acoge a todos. “La casa está llena, los muchachos siempre llegan en cualquier momento, tengo unos árboles de mango y los chicos ya terminaron con todos los frutos”, cuenta.
Durante el resto del año, cuando Jorge no trabaja como Papá Noel, se dedica a vender bolsas plásticas en el mercado Abasto, ambula empujando un carro metálico. Su primer trabajo fue vender billetes de lotería y revistas en la ciudad de Cochabamba. En 1963 llegó a Santa Cruz y se dedicó a ser cargador en el Mercado Viejo. Cargó bultos durante muchos años. También trabajó como albañil y como mecánico, estuvo unos diez años en el Servicio Nacional de Caminos.
Recuerda las navidades de su infancia en Vallegrande. Creía en Papá Noel desde que era niño, pero lo llamaba Pascuero. Se lo imaginaba como un hombre grande que llegaba volando, cargando los regalos en la espalda. Dice que en ese entonces los regalos eran pequeños. Por ejemplo, recuerda uno de los que tuvo un carrito construido con una lata de sardinas con las ruedas de carretes vacíos de hilo. Cuando habla de las navidades de su infancia se le ilumina la mirada. Él y sus amigos formaban grupos e iban casa por casa para cantar y adorar al Niño Dios, a cambio les daban panes dulces y tortas acompañados de chocolate.
“Ahora casi todos los niños piden playstation y computadoras y cosas que cuestan caras”, señala sorprendido y confiesa que al principio no compredía qué era un playstation, creía que se trataba de un aparato de música o una radio hasta que tuvo que pedir a alguien que le explique lo que realmente era.
También dice que su oficio tiene dificultades, porque algunos niños se asustan al verlo, entonces su reto es convencerlos de que él es bueno y que no les hará daño. Dice que los pequeños son dóciles y que lo más duro es encontrarse con padres que cortan de cuajo la ilusión de sus hijos, porque cuando se le acercan, les dicen que Papá Noel no existe.
“Quisiera tener algún poder para convencer a la gente de que sea feliz en Navidad, por lo menos en Navidad y que los hijos que están peleados con sus padres, se abuenen con ellos y vayan a verlos por lo menos este día”, piensa en voz alta.
Para Papá Noel el día de mayor trabajo fue ayer, estuvo hasta pasada la medianoche en el supermercado. Como otros años, sus hijos lo esperaron para celebrar juntos.

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