jueves, 15 de diciembre de 2011

La Navidad es tiempo de compartir

Es importante que los niños conozcan el verdadero significado de esta celebración, compartiendo con los más necesitados. Así sentirán que están viviendo a plenitud la Navidad y sabrán transmitir a las futuras generaciones un mensaje de paz, amor y esperanza que Jesucristo les quiere dar

Los cruceños están acostumbrados al ajetreo durante las fiestas de fin de año. Los centros comerciales se llenan de gente en busca de obsequios para sus familiares. Sin embargo, la Navidad es más que regalos, comidas y ropa nueva, es un tiempo propicio para pensar en aspectos más espirituales y para celebrar esta época de una manera distinta.
La sicóloga Claudia Tórrez afirma que el hombre necesita de estas costumbres para sentirse aceptado e integrado en la sociedad de consumo y le cuesta mucho romper con lo aprendido e ir en contra de la corriente que la sociedad nos impone. Agrega que a veces es necesario optar por planes diferentes en pareja o con toda la familia.
“Hay que tomar en cuenta que mucha gente necesita sentirse amada durante esta época del año, ya lo dicen los filósofos: ‘Darse a los demás, es darse a uno mismo, porque así uno recibe mucho más de lo que da’”, apunta.

Historia
Hace tres años, Rodrigo Velez, de 8 años, sugirió a su padre, Mario, recolectar regalos para llevarles a los niños de escasos recursos que están las las rotondas, idea que fue aceptada por toda la familia y desde entonces, todos los años, antes de la medianoche, van a un lugar determinado de la ciudad y hacen la entrega respectiva de los obsequios a los chicos que viven o trabajan en la calle, además de llevarles algo de cena.
“Hacer esto nos llena de satisfacción y creo que es lo que haría Jesús en esta fecha si estuviera ahora entre nosotros”, dice Mario.
Otro ejemplo es el de la familia Oropeza-Ortiz que desde hace algunos años apadrinan a un niño de escasos recursos y celebran la Nochebuena junto con él, les entregan algún presente y comparten la cena navideña y se queda en la casa hasta el día siguiente.
“Mis hijos son los que eligen a los chicos que van a compartir con nosotros en Navidad. Me siento reconfortada al compartir este tiempo con gente que lo necesita, darle un mensaje de amor y esperanza y sobre todo transmitirle el amor de Dios por ella. Sé que esto es lo que Jesús quiere que hagamos”, dice María Elena Ortiz.

Época de estrés
La sicoanalista Liliana Zabala indica que la Navidad es el festejo de la Natividad (nacimiento) de Jesús. Es una historia de amor, esperanza y promesa de paz. “Entonces ¿cómo es que la hemos transformado en una época de estrés, de tarjetas de crédito al límite y de largas filas en los negocios para comprar cosas que no necesitamos?”, se pregunta.
Añade que esta celebración produce estrés, porque la gente se ha acostumbrado a dar y recibir regalos, olvidándose del verdadero significado de esta fecha universal.
“Sentimos que se espera de nosotros que compremos regalos para todo el mundo, cocinar grandes cantidades de comida, organizar una fiesta con todos los detalles y tener todo listo antes del 25. Muchas personas compran más de lo que pueden e incluso quedan con deudas para el próximo año y este no es el sentido de esta celebración”, expresa.

La Navidad de antes
La abuela Melania Fernández vda. de Lobo cuenta que las navidades de antes eran realmente lindas y sencillas. Los regalos para los niños eran cosas bien sencillas y simples. No obstante, hoy en día los chicos solo esperan juguetes novedosos y obsequios costosos, si los padres no se los compran, se enojan y para ello no es una buena celebración.
Los padres, sugiere, deben enseñar a sus hijos que lo más importante en Navidad no son los regalos sino los momentos compartidos, las anécdotas graciosas, el olor que inunda la casa con las recetas de la abuela y la unidad familiar, empapada del espíritu de esta celebración sin importar las cosas materiales.

Tiempo de reflexión
El sacerdote Roberto Thames, párroco de Nuestra Señora del Carmen, aclara que la Navidad es para vivir un tiempo de reflexión renovando la fe e invita a compartir en familia esta experiencia de adviento, sin olvidar a nuestros hermanos más necesitados.
“Si quieren vivir una Navidad diferente intenten hacer la promesa de cambiar sus hábitos mezquinos y atrévanse a desprenderse de lo material, regalen lo que no se ponen y tienen atiborrado en su closet, no coman tanto, porque hay muchos que mueren de hambre y vayan a misa, de la iglesia saldrán con todas las fuerzas para cumplir su labor de cristianos”, apunta.

Abrir los ojos al amor
Por su parte, el pastor David Lladó, de la Iglesia Misión Global Peniel, manifiesta que cada día que Dios nos regala es una oportunidad para ser mejores personas, por ello hay que preguntarse, ¿qué espera de nosotros en este día tan especial para algunos y tan triste para otros?
“Vivir la Navidad es vivir de acuerdo con lo que se celebra, o sea la presencia de nuestro Señor con nosotros abriendo nuestros ojos para el amor. Ese amor que tuvo compasión de todos sin mirar a quien. La Navidad es amar al prójimo y hacer por él lo que les gustaría que hagan por ustedes. Hay muchas familias que necesitan de nosotros. En esta celebración llevemos a nuestra familia, amigos y vecinos a reflexionar sobre su caminar en esta tierra y en lo que debemos hacer cada uno de nosotros para que este mundo sea mejor”, concluye.

Ideas para una navidad diferente

Liliana brinda algunas ideas prácticas para hacer en esta época y adaptarlas al gusto de cada familia.
- Elijan actividades de voluntariado en la que participen todos juntos: recolectar o repartir juguetes, ofrecerse a ayudar en un hogar de niños, de ancianos o en un refugio para gente sin hogar.
- Encuentren a una persona mayor o que no tenga familia para pasar la Navidad. Invítenla a celebrar la Nochebuena con ustedes o a ir juntos a la celebración de Navidad en su iglesia. También pueden regalarle alimentos durante esta época.
- Elijan juntos una persona carenciada o una familia sola y compartan juntos la Nochebuena o el día de Navidad.
- Al preparar la mesa en Nochebuena, pongan un lugar en la mesa (silla, plato, vaso y cubiertos) para Jesús como un miembro honorario de la familia, de esta forma recordarán que están festejando su cumpleaños.
- Aprovechen para compartir con algunos familiares y limar asperezas o impases.
- Cocinen juntos recetas navideñas fáciles que los niños puedan ayudar a hacer sean galletas o masitas. Pueden hacerse para compartir en las cenas especiales o para regalar. Busquen adornos navideños como estrellas, ángeles y decoren la casa.
- Armen juntos el árbol de Navidad. Pueden hacer adornos en casa con los niños y escribirles la fecha y nombre de quien los hizo. A medida que pasen los años y se vayan añadiendo adornos a la colección, se convertirán en un tesoro.

Buenos ejemplos

Navidad en los hospitales
“La Navidad, desde que mis tres hijos eran adolescentes (13, 14 y 15 años), cambió de rumbo. El año 2000 les pregunté si querían hacer algo diferente, porque no era justo que nos alegremos en casa o donde los abuelos, sabiendo que hay mucha gente que no tiene ni una pizca de alegría en los hospitales. Entonces trazamos un plan y le prometimos al niño Jesús que íbamos a compartir con los enfermos de un centro de salud cada año. Nos organizamos una semana antes y mis hijos eligen el lugar. Con mi esposo hacemos las compras, nada ostentoso ni caro, solo lo básico: panetón, frutas, galletas y jugos. A las 19:00 estamos en el hospital seleccionado, le comunicamos nuestra intención a los encargados del turno y procedemos a instalar una mesa con lo que llevamos, rezamos, cantamos e invitamos a compartir a los que pueden levantarse y a sus familias, hasta las 24:00 horas. No se imaginan las bendiciones que recibimos”, cuenta Rosario Echalar.

Nochebuena fuera de casa
“Desde que tengo memoria, la Navidad para mi familia consistió siempre en ir a misa y posteriormente esperar las 12 de la noche para recibir los regalos y compartir la cena navideña. Nunca habíamos salido de casa en esa fecha. Pero el 2010 fue diferente, decidimos ir a compartir con la familia de la hermana de mi padre, que había fallecido en noviembre. Por lo que consideramos, que acompañar a mis primos y a mi tío, iba a permitir que nuestro dolor, aún reciente, sea más llevadero ante la ausencia de ella. Y fue una celebración llena de gratificaciones, porque sentimos que habíamos llevado nuestro abrazo de solidaridad a esa familia, al apoyarlos para que no le den lugar a la tristeza ni al llanto, mejor aún agradecimos al Creador por permitirnos estar unidos”, relata Dino Pinto.

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