jueves, 2 de junio de 2011

Para la mujer ejecutiva

Empecemos por el principio...

Lo primero de todo es mirarte a ti misma e imaginarte con la mejor imagen que puedas dar. ¿Cuál es tu estilo? ¿Encaja con tu trabajo? Y lo que es más importante, ¿encaja con el puesto que quieres y no con el que tienes ahora?

Todo lo que puede observarse tiene una imagen, por lo tanto todas poseemos una y debemos conocerla, cuidarla y utilizarla para cumplir nuestros objetivos personales y profesionales. Tu imagen siempre está presente, es imposible estar agotada y decir, “me quito la imagen un rato mientras descanso”, ¡no es así!, siempre está ahí, siempre comunicando.

El 93% de nuestra comunicación es a través de los estímulos no verbales, esto implica apariencia, comportamiento y lenguaje corporal. Si la imagen es un 93% ¿Qué mejor que comunicar justo lo que queremos? Al mirarnos frente al espejo debemos asegurarnos que lo que estamos comunicando corresponde con lo que deseamos.

Existen casos en los que una persona es sumamente trabajadora y responsable pero que aún así no consigue llegar a sus metas, entonces se pregunta: ¿En qué estoy fallando?, algunas veces puede ser que lo único que le haya faltado a esa persona, es hacer un alto en el camino para observarse, reconocerse a sí misma y evaluar si lo que aspira a tener o a lograr coincide con lo que está proyectando.

La fórmula es muy sencilla y se puede comenzar por hacer un ejercicio:

Deseo Realidad
“Quiero ser feliz”

“Quiero ser exitosa”

“Quiero ese puesto”

¿Me veo cómo una persona feliz?

¿Luzco cómo alguien profesional?

¿Mi imagen es la de una Directora
o Subdirectora?

La importancia de la imagen radica en darnos cuenta del poder que cada una de nosotras tenemos para conseguir lo que queremos, nada es imposible si tenemos claro hacia dónde vamos y cómo vamos a lograrlo.

Utilizar la imagen como una herramienta de éxito es tratar de entender que no sólo es una cuestión de verse bien sino de comunicarnos asertivamente y basadas en los objetivos que tenemos.

Tomando en cuenta que la primera impresión se hace en menos de 30 segundos, imagínense el poco tiempo que tenemos para lograr que los demás tengan una buena percepción nuestra y por lo tanto estén dispuestos a escucharnos y aún más a darnos una oportunidad.

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