domingo, 22 de diciembre de 2013

Muñecas encuadran en un rol de ama de casa a las niñas

La emoción que caracteriza a una madre primeriza invade a Valeria, y es que dar el biberón, dar de comer o cambiar pañales a un "bebé", no es tarea sencilla para una niña de su edad -ocho años-, que se convirtió en "mamá" luego de que sus padres le obsequiarán a Baby Alive, una muñeca hiperrealista. Su juguete es solo uno de los muchos que se ofertan en los centros comerciales y ferias, a poco de la llegada de Navidad.

Al principio, la pequeña Valeria F. (8) necesitaba la ayuda de su madre para cuidar a la muñeca -que recibió el nombre de “Daly”- ya que la bebé de plástico no solo pedía con lágrimas artificiales que le preparen su papilla especial (una especie de polvo combinable con agua, que se convierte en una pasta verdosa), sino que también mojaba y ensuciaba su pañal luego de comer.

Pese a que ni el popo, el pipi o la comida de Daly generan olor alguno, ni son sustancias tóxicas para las menores, los gestos que hace Valeria cada vez que le quita el pañal a su muñeca denotan asco, pero su lado maternal renace cuando escucha llorar a su "bebé". Según su madre, Martha Landívar, “Valeria es una buena mamá".
EFECTOS Pero ¿hasta qué punto es conveniente que esta y otras pequeñas asuman este tipo de responsabilidades a tan corta edad?

Según el psicólogo Germán Burgoa, las muñecas hiperrealistas no son un juguete negativo para las niñas, al contrario, ayudan a que ellas identifiquen su lado femenino. "Todo ese rol que cumplen las niñas -desde cuidar a la muñeca hasta cambiarla- es importante, porque de esa manera están aprendiendo", agregó Burgoa.

Esto quiere decir que -a través de sus juegos- las pequeñas podrán reforzar su imagen de mujer.
NEGATIVO En contraposición, el psicólogo Marco Antonio Tapia, dice que con el transcurso de los años, la sociedad determinó un género a cada juguetes -es decir, las muñecas para las niñas y los carros para los niños-, cuando en realidad el juguete nunca predispone el género de los menores.

“El regalar muñecas a las niñas -y no de las normales sino hiperrealistas- les hará pensar que a futuro ese es el rol que cumplirán y hasta pueden encerrarse en el”, detalló Tapia, a tiempo de indicar que esto deriva en una estigmatización.

Indicó que cualquier juguete puede ser válido para un niño o para una niña y que esto no generará que ella sea marimacha o él afeminado, ya que su carga genética ya está determinada cuando nacen.
Juego determina al juguete
Más allá de las características del juguete, lo que realmente debería preocupar a los padres es el tipo de juego que crean los niños en torno a él, así lo dijo la psicóloga clínica Maribel Franic.

Según Franic, los padres pueden obsequiar a sus pequeños cualquier juguete -sea este sexista o no-, ya que el mismo no determina tan radicalmente la mentalidad que el menor tendrá en un futuro. “Lo que sí debe alarmar a los papás es cómo juegan sus niños”, dijo Franic.

Es decir, si un pequeño juega con sus autos haciéndolos transitar por una vía específica, tocando bocina y demás, significa que su entorno es estable. Pero si un pequeño hace chocar los autos, los destroza, los rompe, entre otras acciones, quiere decir que algo está pasando en su familia.

“Puede que los pequeños no estén viviendo en armonía ya que su juego es el reflejo de su interior”, concluyó la psicóloga Franic.


Pequeñas que se hacen grandes antes de tiempo
“Ya quiero estar en el colegio”, “yo voy a elegir mi ropa”, “yo me quiero peinar sola”, son algunas de las frases que denotan la influencia negativa de las muñecas Barbie, Bratz y Monster High en las menores de edad.

El hecho de que las muñecas Barbie, Bratz o Monster High tengan atributos exageradamente femeninos hace que las pequeñas se identifiquen con estos juguetes y que anhelen ser como ellas, así refiere la socióloga Lourdes Ventura.

Este tipo de juguetes provocan que -de sobremanera- las niñas se hagan mayores antes de tiempo, pues la niñas quieren imitar la apariencia de sus muñecas y a corta edad ya quieren vestirse de una manera más sexi o peinarse sola.

“Las niñas buscan identificación a través de las muñecas. Las Monster High, sin ser muy mayores, no son tan exuberantes físicamente como las Bratz, pero mantienen los elementos diferenciales de ropa muy sexy y muy actual. Pero su éxito estaría más en que brindan la posibilidad de identificación en distintos personajes que tienen que ver con perfiles sociales infantiles”, dijo la experta.



SALUD Entonces, es por la influencia de este tipo muñecas que en determinado momento los padres escucharon o escucharán decir a sus hijas que preferirían independencia en cuanto a su imagen.

“Alguna vez mi hija me pidió que le peinara como su muñeca e incluso se le ocurrió pedir ropa como la de su Barbie, pero es porque las mujercitas siempre son coquetas”, cuenta la madre de una niña de 10 años, María Delgadillo, a tiempo de indicar que apoya a su hija.

No obstante, el psicólogo Marco Antonio Tapia aconseja a las madres que intenten identificar ese momento en el que sus hijas dejan de ser ellas mismas para intentar parecerse a personajes poco saludables físicamente.

“Darse cuenta de este cambio puede ser determinante para evitar que las niñas caigan en profundas depresiones o incluso transtornos alimenticios”, agregó Tapia.

Asimismo, sugirió a los padres que ayuden en este proceso de identificación que viven sus hijas, enseñándoles a ser auténticas.

Sugiere que no se les pongan apodos como flaquita, mi muñequita, o peor aún mi Barbie, porque pueden estigmatizarlas.


Jugar con gordas y flacas
Creo que los padres no deberían descartar las Barbies de la lista de regalos navideños, sino enfocarse en la educación.

Si yo soy mamá y le enseño a mi hija a jugar con una Barbie pero también con una muñequita de contextura más natural, entonces le estoy demostrando que en la sociedad hay diferencias. De esa manera la niña entenderá que se puede interactuar entre gorditos y flaquitos.

Sin embargo, el efecto es negativo si solo se le da Barbies a las niñas y además se le dice “tú eres mi Barbie”, con este accionar estamos trabajando en la pequeña una suerte de identificación con su juguete.

Entonces, no necesariamente la Barbie es mala, ya que puedo usar ese juguete como un elemento positivo para el desarrollo -sin tintes discriminativos- en las menores de edad.



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