domingo, 11 de diciembre de 2011

Un árbol lleno de esperanzas

Desde hace cinco años Carlos Arnez pasa la Navidad en el segundo anillo y el inicio de la avenida Santos Dumont. Junto a su esposa y a sus tres hijos celebra las fiestas con sus compañeros de la calle, con los que comparte el oficio de limpiar parabrisas. Este año Carlos ha sido designado para organizar y armar el árbol de Navidad que cada año levantan los trabajadores en situación de calle y que reciben el apoyo de Irving Grupp, que es conocido como el ‘hermano Francisco’, un laico católico que se reúne con ellos los jueves para orientarlos y ayudarlos. Basta un primer encuentro con Carlos para comprender que no fue equivocada la decisión de delegarle la tarea de preparar el árbol este año y que todos lo pueden ver al inicio de la Santos Dumont y segundo anillo.


Él asume con entrega su misión y tiene una capacidad de organización, ya que sabe delegar tareas a sus compañeros.
Carlos dice que armar el ‘arbolito’ le hace ilusión, que la Navidad en la calle es especial y que a todos les alegra. Cuenta, entusiasmado, que tendrán una celebración el miércoles 21. Ya es una tradición que ellos hagan un churrasco y que reciban regalos de donaciones que consigue el hermano Francisco.


EL compañero más entusiasta de Carlos es Alexander (21) que se esfuerza para que el árbol ‘quede perfecto’, sujeta los adornos con tachuelas y explica que necesitan Reyes Magos y animalitos, porque la mayoría de las imágenes que tenían fueron destruidas por las últimas lluvias. Cree que este año vendrán muchos niños a ver el árbol, lo que dice le provoca alegría.
“Que la gente nos traiga los adornitos que usaron el año pasado y ahora ya no les sirven, nosotros los colocaremos en nuestro árbol”, interviene Marcelo, a quien apodan ‘Perro’, un joven con marcados rasgos indígenas.
“Aquí todos tenemos apodos, casi no nos conocemos por nuestros nombres verdaderos”, aclara Carlos, a quien llaman ‘Condorito’. Él recuerda que desde que comenzó a trabajar en la calle hace 12 años, ahora tiene 30, siempre hubo un árbol de Navidad en esta parte de la ciudad. Estaba al centro cuando había rotonda, era un árbol natural.
“Cuando sacaron la rotonda y tumbaron el árbol, comenzamos con la idea de hacer uno como este”, explica.
Cada año el árbol se va perfeccionando, por ejemplo, en esta Navidad estará recubierto por una tela interior por primera vez, para evitar que el viento arruine el nacimiento.
Carlos no quiere ser el único entrevistado, pide a sus compañeros que participen y presenta a Juan Carlos Loayza, que este año salió bachiller del Cema República de Perú. También presenta a su otro compañero que saldrá bachiller el próximo año, pero él no quiere decir su nombre. “Ellos estudian”, dice Carlos con cierto orgullo y comenta que él entró a estudiar electricidad automotriz este año, pero tuvo que abandonar el curso porque cada semana necesitaba Bs 120 para costear los materiales. “Ahora mi meta es comprar una computadora y aprender a bajar música, tonos y pasar a los celulares, tengo un amigo que dejó la calle y se dedica a eso y le está yendo bien”, explica.
La esposa de Carlos trabaja en el mismo lugar, vende sodas al paso, mientras sus tres hijos esperan debajo de un árbol. Viven en alquiler en el Plan Tres Mil. Gabriel, llamado por todos ‘Primo’, dice que Carlos es buen amigo, que se gana la vida a veces limpiando vidrios, otras vendiendo tarjetas o soda.
Un helicóptero pasa a pocos metros del lugar, se dirige al aeropuerto El Trompillo y en la calle el fragor de la ciudad continúa como siempre, mientras Carlos da la voz de mando para poner el árbol de pie.

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