lunes, 7 de mayo de 2012

El mando Wii demuestra una gran utilidad para la ciencia

La popular consola de videojugos Wii de Nintendo se está erigiendo en una notable referencia para la ciencia. Cada vez hay más propuestas que se esfuerzan en demostrar que, de ella, se puede aprovechar casi todo, comenzando por los dispositivos remotos que en su día renovaron el mundo del videojuego.

Los Wiimotes -así se llaman sus controles a distancia- han sido empleados en múltiples iniciativas artísticas y participativas desde hace años.

Por ejemplo, el proyecto W-Space, de la coreógrafa Paola Tognazzi, consistía en un traje que llevaba incorporados ocho de estos mandos que registraban todos los movimientos, incluso los más leves, de quien se lo ponía, para convertirlos a continuación en sonidos.

O las creaciones del artista madrileño Martín Nadal, autor de Bloop y coautor, junto a Steven Pickes y Juan Fabián, de Plaza animada, películas en las que los espectadores podían manipular cualquier fotograma con este componente tecnológico.

Recientemente un grupo de investigadores coreanos superó el terreno de lo lúdico y consiguió usar los Wiimotes para diagnosticar una enfermedad infantil.

“Y es que esta media docena de científicos vinculados a universidades y hospitales de Seúl desarrolló un sistema para descubrir qué niños padecen tortícolis ocular basándose en estas herramientas, por lo general asociadas al ocio.

Según detallan en el artículo que publicaron en la revista Investigative Ophthalmology & Visual Science, el método, además, es tan eficaz como barato”, explica el periodista J.L Micó en las páginas de Ciencia en el diario La Vanguardia de Barcelona.

Cuestión de posición

Las posiciones de la cabeza de quienes padecen este problema en los ojos son anormales.

Gracias a un par de controles remotos, este colectivo de doctores coreanos ya cuenta con un monitor de movimiento por rayos infrarrojos que mide en tiempo real el ángulo de inclinación de los afectados y que está conectado a un ordenador que procesa esa información.

Son detalles fundamentales para evaluar cómo progresa la tortícolis y qué tratamiento o intervenciones son más adecuados en cada caso.

Los datos procedentes de esta modalidad de análisis, denominada IOHT, apenas difieren de los obtenidos con el equipo convencional, el CROM, lo cual llevó a los autores, Jongshin Kim, Kyoung Won Nam, Ik Gyu Jang, Hee Kyung Yang, Kwang Gi Kim y Jeong-Min Hwang, a concluir que esta solución podría empezar a introducirse “en la práctica clínica con resultados que nos permiten adelantar que estamos ante la solución a una patología infantil”, dijo Jongshin Kim.


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