miércoles, 28 de diciembre de 2016

Niños, la imagen central de los pesebres en Navidad


ESTILO ESPAÑOL

La fuerte presencia del comercio paceño en la ciudad ha incidido en que el estilo español sea el preponderante en cuanto a diseño de los Niños, ya que es el que más aplican los artesanos de la sede de Gobierno.

Con los deditos quebrados, raspones en sus cabezas o alguna rotura, reciben la Navidad, algunas imágenes del Niño Jesús que no pudieron ser restauradas a tiempo para vivir esta fiesta de la que son la imagen central. Su arreglo sólo se logra a través de un minucioso trabajo que requiere de manos firmes y una gran destreza que muy pocos tienen en la ciudad.

Con el mandil manchado de pintura, yeso y materiales irreconocibles a simple vista, Mirtha Carvajal sale a atender una fila de cinco personas que llevaban varios minutos esperando en la puerta de su taller de arte “Niño Jesús”. Todos esperan una sola cosa, tener la imagen de su Niñito lista y renovada para acomodarla en el tradicional pesebre.

Ahí no sólo se fabrican y arreglan imágenes de yeso o cera, sino imágenes que representan sueños, alegrías, ilusiones y especialmente, fe.

Carvajal atiende uno por uno a todos los que la esperan y entrega las imágenes de los Niñitos que ya reparó. “Usted me pidió que la arregle, no un milagro”, le dice en un tono cordial a una de las personas que recogió su imagen en la que advertía cierta diferencia entre la pieza restaurada y el cuerpo del niño, y que se fue gradecida por el trabajo realizado por Carvajal que ya tiene 36 años de trabajo continuo en el taller donde comparte destrezas con su esposo.

En sus mesas se encuentran distintas imágenes de Niños, algunas bastante dañadas y otras con poco trabajo por hacer. Algunos trabajos se entregarán el próximo 6 de enero ya que los llevaron con muy poco tiempo de anticipación.

“Pero creo que me sale más barato comprar uno nuevo que arreglar mi imagen”, le dice otro cliente que luego de dejar a su Niño, ve algunas de las elaboradas por Carvajal y que también se ofrecen a la venta.

“Sí, pero es por el valor sentimental que uno las hace arreglar”, le recuerda la restauradora que sabe bien que cada familia ve en su Niño la representación de su fe y el recuerdo de su familia o de sus antecesores.

“Para mí es algo muy importante porque sé que en base a eso hay gente que vive bien. Si la imagen tendría que hablarnos qué cosas nos podría contar”, dice Carvajal al detallar que cada imagen recibe en los hogares deseos, pedidos, alegrías o tristezas.

Entre noviembre y diciembre, la encargada del taller atiende entre 500 a 600 Niños, siendo esta la temporada de trabajo más alta para ella que atiende durante todo el año en sus ambientes ubicados en la calle Urcullo N. 149, a lado de la Universidad cristiana ubicada en la zona Surapata.

Generalmente, Carvajal trabaja sola, aunque este año la estuvieron ayudando dos de sus hijas en algunos momentos, aunque recién comenzó a acudir una aprendiz.

“Es un trabajo meticuloso, de detalle, detenimiento, destreza y sabiduría porque se debe ver que (el Niño) esté anatómicamente bien realizado”.

Pero pese a su dedicación, a veces los Niños son algo traviesos y cuando debe entregarlos se esconden entre los demás y le hacen difícil el entregarlos. “Paso unas diez o 20 veces por ahí y no lo veo, a veces las personas creen que su Niño no está, pero sí está”, cuenta con una sonrisa al recordar las veces que las imágenes juegan con ella.

LOS TIPOS DE IMÁGENES

Al taller Niño Jesús llegan imágenes de estilo francés, cuzqueño, español o de tendencias ya sucrenses, explica Carvajal, aunque este último –que mantenía la línea del estilo francés que básicamente se replica en el cuzqueño– ya en pocas cantidades porque se posicionó mucho el estilo español, trabajado por artesanos paceños, un efecto de las ferias en las que los comerciantes de esa ciudad tienen un gran posicionamiento en la Capital.

El estilo francés, muy raro en la ciudad, presenta una anatomía más real y está hecho con madera de tipo magué, precisa Carvajal, que a continuación indica que los Niños cuzqueños –conocidos por tener cabellos y pestañas bastante atractivos– mantienen el estilo de los franceses y son éstos los que otrora se identificaban como niños chuquisaqueños.

Aunque el estilo sucrense se caracteriza por ser figuras huecas de yeso, principalmente, a diferencia de los españoles –replicados por artesanos paceños– que son figuras de yeso lleno.

Respecto a los niños en cera, Carvajal explica que también son del estilo francés y que sí son más difíciles de arreglar porque se debe trabajar con calor.

36 AÑOS DE EXPERIENCIA

El taller de arte Niño Jesús se creó en 1980. Carvajal y su esposo trabajaron en el área de manera continua, pero ahora ella se hace cargo completamente de la restauración.

Si bien su esposo trabajaba en la restauración anteriormente, ella, encontró que su abuela era alfarera, por lo que el vínculo con el trabajo que realizan es a través de ambas familias.

Carvajal, oriunda de Comarapa-Santa Cruz, ha hecho de la restauración su vida y durante todo el año trabaja con distintos tipos de imágenes, entre las que la de la Virgen de Urkupiña y la del Señor Santiago, han cobrado gran relevancia.

La despedida de las imágenes que se rompieron y ya son irreparables

¿Qué pasa cuando una imagen de un Niño o de otro santo se rompe de manera tal que no parece tener forma de repararse? Una peculiar tradición propia de la religiosidad popular de la Iglesia Católica es el hecho de enterrar las imágenes en espacios en los que no sean pisoteados por las personas. En ese sentido, la Gruta de Lourdes es uno de los templos que recibe frecuentemente este tipo de imágenes.

En lo que va del año se enterraron ya unas 40 imágenes, entre Niños, santos, crucifijos y otros, todos aquellos cuando ya no podían ser reparados por el grado de daño que recibieron, explica el párroco del santuario de Nuestra Señora de Lourdes, Nicolás Velásquez.

El sacerdote ha enterrado este año decenas de imágenes en algunos espacios de La Gruta por los que no pasa la gente, en una tradición que se practica como muestra del respeto de los creyentes por lo que representan las imágenes que tenían, razón por la que no las botan al romperse y tampoco las entierran ellos mismos al sentir que podrían incurrir en un acto equivocado para la fe cristiana.

“Me traen crucifijos que parece imposible restaurar, están rotos, les faltan piezas y la gente tiende a traer las imágenes que ya no puede arreglar o algunas también lo dejan un poco a escondidas y nosotros las encontramos y procedemos con el llamado entierro”, indica Velásquez, quien aclara que también llegan imágenes traídas de personas que pretenden cambiar de religión.

Si la imagen se puede reparar, pero las personas ya decidieron dejarlas en el templo, el párroco indica que las entrega a restauradores para que intenten arreglarlas, pero si no se puede, recién las entierra con una oración.

Pero ¿por qué se entierran?

Velásquez explicó que cuando estudió en el seminario le enseñaron que para hacer la limpieza de cosas sagradas que se usan en la eucaristía, como el Purificador o Corporal, que son manteles pequeños que se emplean al consagrar el pan y el vino, procede a dejarlos remojar en agua y posteriormente el agua se echa en lugares donde hay jardines o plantas por donde no pase la gente.

“Entonces es algo parecido con las imágenes porque son una especie de fotografía que representan a modelos de vida”, explica el sacerdote.

La Iglesia no adora imágenes solamente se las venera, que es una actitud en la “se expresa el máximo respeto por alguien, como yo cuando tengo la foto de mi mami que ya está fallecida y la miro y le hago una oración y me siento acompañado por ella”, indica.

“La gente no se siente en posibilidad de enterrarlas ni botarlas (las imágenes rotas) y las traen porque consideran que los sacerdotes entendemos y procedemos al entierro”, comenta el párroco que considera que la práctica se realiza también dependiendo de la confianza de los feligreses con el sacerdote de su parroquia, pero siempre como una muestra de respeto a su fe.


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