domingo, 21 de noviembre de 2010

Gogomaniáticos, los “huesitos locos” invaden la ciudad

Es uno de los juegos coleccionables más exitosos del momento. Hay 60 figuras, cada una con forma y nombre propios; los niños conocen a todas.

Canal, Lig-Lag y Bugui son tres de los 60 pequeños extraterrestres que llegaron del planeta Gogo a la Tierra. Son conocidos como Gogos, miden dos centímetros de alto, cada uno cuenta con poderes y habilidades diferentes, aunque su misión en este mundo es la misma: divertir a los humanos de entre cinco y 12 años.

Desde hace unos tres meses, estos juguetes infantiles invadieron los quioscos y los puestos de venta cercanos a las escuelas paceñas. Los curiosos personajes, denominados los Gogo’s Crazy Bones (algo así como “los locos huesos de Gogo”), son una apuesta de la empresa italiana Panini y están en todo el mundo.

Sobre los orígenes de este juego no se conoce mucho. En el álbum de figuritas que se comercializa junto con las piezas se cuenta que son seres de otro planeta. Sin embargo, en el portal de internet del diario La Tercera, de Chile, se da cuenta sobre otra versión.

Se dice que los Gogos están inspirados en un juego de la antigua Grecia llamado “astrágalo” (hueso corto, parte del tarso, en el pie). En aquel tiempo, los niños jugaban con los huesos de las ovejas.

Por otro lado, los Gogos traen a la memoria un juego tradicional boliviano que en la década de 1980 tuvo mucho éxito entre los niños, las canicas o bolitas. Una de las formas de juego de los “huesitos locos” es, precisamente, lanzándolos con el golpe de un dedo, lo que popularmente se conoce como t’ijcheo.

En La Paz, la compañía 360 Grados es la distribuidora oficial de los juegos infantiles de Panini. Este año introdujo al mercado local los álbumes de figuritas del Mundial 2010, Toy Story 3, Hello Kitty y ahora los Gogo’s Crazy Bones. Este último se completa con las pequeñas láminas que vienen dentro de un sobre, con las cuales también están dos Gogos.

En más de 800 puntos de venta de la ciudad pueden ser encontrados los pequeños sobrecitos de Gogos, según el gerente de 360 Grados, Gerardo Tórrez. Además de las puertas de las escuelas, uno de los puntos más estratégicos de venta es, dice, la plaza Pérez Velasco. La promoción del producto fue realizada a través de medios de comunicación, como primer acercamiento entre los juguetes y los infantes, explica Tórrez. Tres meses después de haber sido lanzado el juego, “se puede decir que la venta ha sobrepasado en un 25 por ciento respecto a la de Toy Story 3, por ejemplo”.

Hasta el momento, la venta de las figuritas y las piezas alcanzó el medio millón en todo el país. Y en La Paz, alrededor de 650 niños han completado ya el álbum y se han registrado para el concurso que se realizará este mes para los fanáticos del juego.

Pero el éxito de estas criaturas de colores no sólo se observa en Bolivia, sino también en países de otros continentes. En 2008, en España e Inglaterra hicieron furor. En este último, la organización British Toys and Hobby Association las calificó como el mejor coleccionable de ese año.

Los Gogos ofrecen al menos siete formas de diversión. En la mayoría de los casos se trata de derribar a un grupo de figuras. Las piezas caídas son para el ganador.

Los juegos en sí son sencillos. Lo que parece entusiasmar más a los niños es poseer la mayor cantidad de Gogos.

Existe un total de 60 figuras distintas. Vienen en colores azul y rojo, pero además existe una gran cantidad de piezas con variados tonos. Los más claros son los más codiciados por los niños, pues vienen con los rostros pintados.

Una recompensa

“Si (mi hijo) saca buenas notas, se lo compro”, dice Yeny Martínez, madre de Leonel Quino, un estudiante de quinto de primaria del colegio San Calixto. Al escuchar a su madre hablar de sus juguetes favoritos, el pequeño cita de inmediato a Buyi y a Bugui, dos de los 60 personajes que desearía tener.

“Él no está con el afán de coleccionar —cuenta Yeny—, pero le gustan mucho (los Gogos). Para mí, es una forma de recompensa por su buen comportamiento”.

Esta madre relata que el gusto de sus hijos por los “huesitos locos” empezó al ver a sus compañeros de clase exhibir las figuritas en la escuela.

En cambio, Camilo Lagrava, estudiante de sexto de primaria del colegio Inglés Católico, despertó su gogomanía al ver las piezas en los anuncios de televisión. “Ya conocía de los Gogos y en cuanto apareció el álbum lo compré de inmediato con lo que había ahorrado de mi recreo. Después, todos los días compré los sobres y ahora sólo me faltan estos dos —sujeta en sus manos dos figuras—. Con éstos completo los 60”.

Para Camilo, los Gogos son “raros, lindos, compactos”, por eso le gustan. Además, se siente atraído por sus singulares nombres: Bioca, Solar, Mentón, Miky, Lola, Canal, Z Pot, Borgo, Toca, Herbu, Bioka y Sapo, entre otros.

Los Gogos pintados despiertan más fascinación entre los escolares. Al igual que Camilo, Fabricio Barreto, estudiante de sexto de primaria del colegio San Antonio, dice que “el chiste está en tener los pintados y los originales”.

Los “pintados”, como ya se explicó, son aquellas figuras que tienen dibujado el rostro. Pero, como dice Fabricio, “rara vez vienen en los sobres estos Gogos, por eso son muy buscados. En la Pérez Velasco, uno solo cuesta 20 bolivianos. En cambio, en la puerta de mi escuela es más barato, venden a cinco bolivianos”.

Los “originales” son aquellos que llevan el sello de Panini. En el mercado local se encuentran estas piezas, así como las “truchas”, que son más livianas.

Camilo, Fabricio y Mishel aseguran que en sus escuelas hay “gogomaniáticos” que aprovechan cualquier momento libre para jugar. “En mi escuela incluso hay torneos y se juega cada que se puede”, dice Fabricio.

A algunas madres de familia, como Sofía Aguilar, de El Alto, los Gogos ponen a sus bolsillos en aprietos. “Mi hijo me pidió el álbum, pero me saldría caro que coleccione, así que sólo compraré los muñequitos, uno cada semana”. Cada sobrecito cuesta cinco bolivianos.

El negocio de temporada

Cuatro vendedoras, una de la zona Sur y tres del centro paceño, refieren que los Gogos están causando furor entre los pequeños fanáticos, lo cual, para ellas, representa un buen ingreso económico.

Marina Chura, una comerciante de la plaza Pérez Velasco, cuenta que al observar la promoción del producto en los canales de televisión lo tomó para su negocio y no pasó mucho tiempo hasta que llegaron sus asiduos clientes, de entre ocho y 12 años.

El entusiasmo es tanto —cuenta Marina entre risas— que algunos niños que no tienen dinero comentan que destinarán el Bono Juancito Pinto para la compra de los Gogos. “Otros juntan las monedas de su recreo para adquirir uno o dos sobrecitos”.

Aunque el puesto de Marina no está tan expuesto al público, asegura que al día, en promedio, vende unos 40 sobres. “A ojo cerrado puedo decir que por cada figura gano 50 centavos”.

Para Andrés Álvarez, otro comerciante, la venta de los Gogos ha resultado ser un buen negocio; le ha dado tan buenas ganancias como la colección del Mundial 2010. “Para qué me voy a quejar (…) gracias a Dios, hay venta”.

Al lado de Andrés está Mercedes Verástegui. Ella revela que por día comercializa entre 100 y 150 sobres. “El juego completo de los 60 Gogos ‘pintados’ vendo en 180 bolivianos”.

Niños de Miraflores, de Sopocachi y de la zona Sur son los asiduos visitantes de la plaza Pérez Velasco. En este lugar y sus alrededores un centenar e comerciantes ofrecen las figuritas, las venden y las canjean. Además, es el principal punto de encuentro de los gogomaniáticos.

Entre estos últimos se encuentran no sólo los niños, sino también los padres de familia e incluso algunos adultos que son coleccionistas de toda suerte de objetos. Y mientras no aparezca otro pasatiempo de moda, Zagún, Zao, Mura, Nav-73, Pako, Mano, Tec-Tone, Yamzu, Latun, Supra, Solar, Bugui y demás “huesitos locos” seguirán haciendo de las suyas en la imaginación de los niños.

Fotos: Javier Paz Arteaga

Aleja Cuevas Pacohuanca

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