domingo, 26 de julio de 2015

Barbie, después de todo, envejece

En 1856 un joven inmigrante alemán llegó junto a sus tres hermanos mayores a Baltimore, en la costa este de Estados Unidos, donde abrieron un local de productos importados. De vez en cuando los exportadores enviaban desde Europa juguetes empaquetados, y los hermanos los exhibían en el frente del comercio para atraer más clientes.
La estrategia fue tan exitosa que en seis años se dedicaban exclusivamente a los juguetes y pronto decidieron expandirse a otras ciudades. El menor de los hermanos se mudó entonces a Nueva York, donde abrió su bazar de juguetes con exquisito gusto europeo y sólo productos de la más alta calidad.
Su intuición para el marketing era arrolladora: en la Navidad de 1875 fue el primer comerciante en promocionar las ventas con un Papá Noel en su local. La alta sociedad de Manhattan estaba fascinada y la demanda lo llevó a abrir un segundo local, ya independizado de sus hermanos. El ahora próspero inmigrante se llamaba Frederick August Otto Schwarz y su juguetería, simplemente, FAO Schwarz.
Con la sucesión de las décadas y una ganada reputación de mejor juguetería del mundo, como todo lo que triunfaba en Manhattan fue ascendiendo geográficamente hasta las zonas más opulentas. Primero del 750 de Broadway a la calle 42 y más tarde, ya con el negocio en manos de los herederos de Schwarz, a la Quinta Avenida, a pasos de la esquina sudeste del Central Park.
En 1988 la popularidad de la juguetería creció aún más cuando Tom Hanks y Robert Loggia bailaron Palillos chinos sobre su piano para pies en Quisiera ser grande. El piano continuó en el piso del local invitando a los visitantes a pisarlo hasta el miércoles pasado, cuando el célebre local de FAO Schwarz cerró definitivamente sus puertas.
Aunque la juguetería, que hace años fue adquirida por Toys "R” us, continuará funcionando en otro local menos oneroso, el cierre de la emblemática tienda es quizás el síntoma más evidente -y penoso- de una realidad: desplazada por el auge de los videojuegos y las tablets, la industria del juguete está agonizando.
Los balances del año pasado de Mattel, el mayor fabricante de juguetes, fueron críticos: su línea Wheels (autitos) cayó 6% en el último trimestre del año y las de la muñeca Barbie, 12% por cuarto trimestre consecutivo. Su principal competidor, Hasbro, en el mismo período vio caer sus ventas un impresionante 35%. Como estas empresas cotizan en Bolsa, donde se evalúan los rendimientos a futuro, sus acciones se desploman año tras año.
Los consultores explican que los chicos prefieren los juegos electrónicos o virtuales a los reales a edades cada vez más tempranas, y la del juguete no escapa a la realidad de otras industrias afectadas por los nuevos comportamientos de los consumidores en la era digital.
Con la certeza de lo inexorable contemplamos el fin de un era: con la misma desazón, si como en un cuento de Andersen los juguetes cobraran vida, Barbie descubriría, finalmente, que ella también envejece

No hay comentarios:

Publicar un comentario