En la actual sociedad consumista en la que vivimos, quién no ha caído ante esas "increíbles ofertas y descuentos", inclusive de cosas que no necesitamos. Sin embargo, es importante distinguir entre la compra impulsiva y el placer de comprar, manifestó la sicóloga clínica del Centro Integral "Etapas", Cindy Cáceres.
Por adicción. En sus manifestaciones más extremas, la compra compulsiva anula la voluntad del afectado, disminuye la satisfacción por la compra realizada y lo inserta en una espiral de la que difícilmente se puede salir sin la ayuda de un especialista. "Se trata de un problema que se sufre durante todo el año, y no en épocas de liquidaciones como dicen algunos. En esa época solo se exacerban los síntomas, pero el adicto se caracteriza por la repetición insistente del deseo de gastar", explicó la psicóloga.
Por placer. Por otra parte, el hecho de comprar se asocia al placer, a pasarlo bien. Es una especie de recompensa que, en algún momento se hace la persona. "El gusto por comprar se ha extendido en esta sociedad consumista, y se puede asegurar que no hay nada de malo en ello, está bien ganar dinero y gastarlo en lo que cada quien desee", indicó Cáceres. No obstante, sí existe un problema cuando el deseo de consumir se transforma en una idea de que tener cierta cantidad de objetos es una necesidad, cuando luego de adquirirlos se advierte que no lo es y se quiere más.
Qué hacer. Para los casos más extremos existen tratamientos psicológicos muy efectivos, como las reuniones semanales de psicoterapia en un tratamiento cognitivo-conductual. Aunque también se pueden adquirir nuevos hábitos. Por ejemplo, en los momentos de euforia salir a divertirse a lugares que se encuentren lejos de las tiendas. Antes de salir de compras armar una lista en el hogar y luego adquiera solo lo del listado, aconsejó Cáceres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario