De figuritas que se amontonan en las estanterías de la abuela a espectaculares collares. Ésta es la evolución que la porcelana experimenta gracias a la aparición de jóvenes diseñadores que apuestan por este material para hacer joyería con mayúsculas.
Esta loza, mezcla laboriosa compuesta por caolín, feldespato y cuarzo, nació en China hace 4.000 años e, históricamente, ha sido considerada como un artículo de lujo imprescindible en las mejores mesas y, cómo no, material digno de reyes y príncipes europeos.
En la actualidad, la porcelana es un producto de lujo, pero ha tomado otro rumbo y se ha adaptado al mundo de la joyería por las bondadosas propiedades de la materia: ligera y dura.
Pero, sobre todo, ha sido esa fortaleza del material lo que ha permitido que muchas figuras se hayan mantenido en el tiempo como si tuvieran la misión de reconvertirse en delicados collares, camafeos, pendientes o pulseras.
“Hemos coleccionado siempre figuras bonitas, raras o curiosas y de ahí surgió todo, romper las figuras y hacer composiciones. Nos daba la sensación de que cada figura tenía una historia y que al romperla y combinarla con otras le dábamos un nuevo papel en una historia”, explica el encargado de la firma Andrés Gallardo.
Andrés Gallardo y Marina Casal han conseguido que sus joyas salgan fuera de las fronteras españolas y que artistas como la cantante Lana del Rey hayan lucido alguno de sus diseños.
Al igual que Gallardo y Casal, la diseñadora española, María de Frutos, también ha apostado por la porcelana como material principal en sus joyas. “Mi bisabuelo era propietario de la fábrica de porcelana de Madrid y luego continuó mi abuela hasta que la guerra destruyó todo y después fue saqueada”, recuerda De Frutos.
Su abuela le regaló unos 150 camafeos de porcelana y, bajo su firma Oh La La Jewlery, las ha recuperado y convertido en piezas en las que la delicadeza se mezcla con la historia.
Precisamente la historia y el pasado de las joyas de porcelana son factores comunes en el trabajo de estos jóvenes diseñadores españoles, pero también destaca en ellas la labor de artesanía. “Valoramos mucho su condición artesanal y que no por ello deje de ser un producto contemporáneo”, destaca Gallardo.
“A veces hemos vendido piezas cuyo comprador no lo iba a usar como joya, sino como pieza de diseño, como si fuese una escultura o una figura decorativa”, apunta Casal.
María de Frutos afirma que la mujer que luce sus camafeos u otros de sus diseños apuesta por la “elegancia” y, precisamente, quien los lleva “tiene que saber valorarlos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario