"¡Pase, pase señora, caballero, estamos rematando los últimos juguetes a 10 pesitos nomás, los más baratitos, llevate, llevate, que me estoy yendo”, gritaba una vendedora, agitando un paquete con muñequitos de los Angry Birds.
La gente se aglomeró en seguida y empezó a escoger entre el montón. Animales, joyas de plástico, coronas, ollitas, soldaditos, eso y más se encontraba bien empaquetado.
Las señoras escogían con mucha rapidez. Los ejemplares que eran rechazados por algunos fueron elegidos por otros. "No tengo mucha platita y mis hijitos siempre esperan algo en esta Navidad, por eso también estoy aprovechando”, dijo Adela Mamani, que se llevó dos juguetes.
En la feria de ropa y juguetes que se instaló en la plaza Eguino, Uyustus, Tumusla, la plaza Garita y calles aledañas apenas se podía caminar. Cada puesto estaba rematando sus productos.
"Rebajame pues casera, dos te estoy llevando”, decía un comprador. La vendedora le contestó: "Ya te he rebajado a precio de remate te estoy dando, mi ganancia va a ser un peso”.
Algunos comerciantes que habían vendido la mayoría de su mercadería empezaron a recoger sus pertenencias y ofrecían lo último para el remate. "Este es un auto deportivo a control remoto, lindo color, se vuelve un transformer. A 180 bolivianos, precio de remate te voy a dar”, decía.
"Apenas pregunto y ya me quieren encajar cualquier juguete, no puedo escoger bien”, se quejó doña Amelia Vargas, que buscaba juguetes para sus dos nietos varones.
Conforme pasaba la hora, los vendedores empezaban a gritar más, los más audaces utilizaron sus megáfonos y agitaban sus manos para tener más compradores.
En las galerías de juguetes caros también se remató. "Esta gatita inteligente está a 670, pero te lo puedo dar hasta 600... bueno hasta 580, lo último”, negociaba Denisse Apaza.
Un muñeco tamaño real del maestro Yoda, de la saga de Star Wars, estaba a 1.300 bolivianos y la vendedora dijo que podría rebajar el precio hasta 1.200. Un ejemplar de los personajes de Los Vengadores oscilaba entre 500 y 400 bolivianos, incluida la rebaja. "¿Nada menos?, ya dame”, repetían los compradores.
Los padres de familia reconocían que no tuvieron tiempo para comprar en la semana y que en el remate era más económico.
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