Ya sea entrando en un sex shop o comprándolos por internet, los juguetes eróticos están allí para amenizar las relaciones de pareja que se desarrollan en la alcoba. Una vez vencida la timidez (o la pereza), esos dispositivos se pueden convertir en unos buenos aliados. Los expertos consultados coinciden en que la imaginación, que puede recurrir al uso de un objeto sexual como complemento, alegra aquel sexo que se duerme en los laureles o en la rutina.
Contra las disfunciones
Mariana González Hinojosa, psicóloga y sexóloga con consultorio en la ciudad de México, aconseja: “Cuando una pareja presenta disfunciones sexuales, como la inhibición del deseo, la disfunción eréctil, la hipolubricación o la anorgasmia, recomiendo hacer uso de la creatividad para restaurar la respuesta sexual y los juguetes sexuales pueden ser parte de la recomendación”.
Según la experiencia de la terapeuta muchas parejas presentan problemas, como la disritmia, que es una disparidad en la frecuencia e intensidad del deseo sexual. “A nivel relacional los temas son diversos: problemas de comunicación, celos, divorcio o separación, conflicto con el dinero, dificultades con los hijos, etcétera”.
Y tal vez para perder un poco el decoro en la cama, Pepita La Nuit, “sex blogger” que está marcando tendencia en un espacio en la revista Cosmopolitan (http://www.cosmopolitantv.es/blogdesexopepitalanuit/), recomienda no tener prejuicios con los sex toys”.
“Están hechos para el placer, a solas o en pareja. Como mujer, sé que a nosotras nos gustan. Quizás no existe una predisposición a este tipo de cacharros, pero sí una gran curiosidad. Las visitas a los sex shops o una sesión de Tupper Sex entre amigas -con una experta en sexualidad que además muestra o vende juguetes eróticos- puede ser la ocasión ideal”, comenta.
Con respecto a los hombres, esta experta en sexo cree que son distintos. “Ante la noticia de que ella tiene un vibrador, todos se sienten amenazados. Suelen pensar equivocadamente que con su pene es más que suficiente y que en la cama tres son multitud, aunque ese tercero no sea de carne y hueso. Supone un ataque a su ego sexual, a su imagen de macho man, de latin lover”.
Y añade que “si por el contrario ella decide usarlo a solas en su intimidad, el hombre (y no estoy exagerando) siente que su pareja le está poniendo los cuernos de cierta forma”.
Esta it girl del sexo insiste en que esto no es una pelea. “No se trata del hombre versus el vibrador. Es un juego de tres, placer a tres bandas, placer y amor...”.
“Por eso -añade- recomiendo encarecidamente que lo prueben, que se den un capricho, que pasen por una tienda erótica o una por internet y se hagan con juguete sexual. Pero no se trata de sustituir al hombre por el objeto. Es un complemento más en la cama”.
Y para todos aquellos que deseen ampliar el juego sexual hay una startup que ofrece juguetes eróticos por suscripción. A partir de 20 dólares al mes los clientes pueden recibir una caja sorpresa.
Intimi Box (http://www.intimibox.com/browse-our-estore.html), que promueve el sexo seguro y colabora con donaciones contra el sida en África, cuenta con cuatro tipos de cajas según la preferencia sexual de cada uno: mujer, hombre, parejas y gays y lesbianas.
El erotismo bloqueado
“Todavía hay muchas ideas que bloquean la experiencia erótica. Durante el proceso de terapia cuestionamos estos tabúes y los actualizamos con información adecuada y las necesidades de la pareja. En muchos casos hay una capacidad de utilizar la imaginación para enriquecer la experiencia erótica, por eso es que en la terapia sexual favorecemos el desarrollo de la fantasía con lo que nos encargamos de liberar las disfunciones de la vida erótica”, comenta la sexóloga Hinojosa.
Reconoce que la utilización de juguetes eróticos no es un tema del que se hable abiertamente “debido a la vergüenza o la culpa, pero su utilización es más alta de lo que se reconoce”.
Jaime Castrellón, doctor en psicología clínica, terapia de pareja y analista de grupo del centro www.gruporeflexion.com.mx, se muestra de acuerdo con ella: “Indudablemente, cada vez más y por fortuna, las parejas integran a su vida amorosa los juguetes eróticos y aquellas personas que no tienen una pareja estable recurren a su uso para los momentos de autoerotismo”.
En su opinión, “el uso de los juguetes sexuales en la actualidad no ocasiona ‘las grandes’ vergüenzas y sí despiertan cada vez más una curiosidad útil para el crecimiento y bienestar sexual de las parejas”.
“Esto se debe a que el uso de la imaginación en torno al sexo, a los deseos y a las fantasías sexuales compartidas es, de alguna medida, un buen indicador de salud emocional y de posibilidades de crecimiento emocional en pareja”, expresa Castrellón.
Un buen uso
Arturo Vera Martínez, psicoterapeuta sexual y Gestalt del Centro de Integración Psicológica y Educativa (CIPE) del Distrito Federal de México, explica que, en efecto, para luchar contra la rutina y el aburrimiento, el uso de juguetes eróticos puede ser un buen condimento.
Según su criterio, recogido en su blog sexologodf.blogspot.mx, “el cuerpo es muy extenso y muchas veces una buena sesión de caricias puede resultar más novedosa que una caja llena de juguetes sexuales. Me he dado cuenta en mi quehacer terapéutico que las parejas no se conocen y no experimentan caricias nuevas. Generalmente pretenden llegar al coito como una meta de la relación sexual y apuran los encuentros, dejando con ello de experimentar lo que sienten en todo el cuerpo y perdiéndose así todo tipo de emociones”.
Vera Martínez cree que muchas parejas se quedan en lo clásico (postura del misionero) y de allí no salen. “Tampoco se atreven a pedirle a su pareja que hagan algo diferente, pues les genera una sensación de culpa y vergüenza al sentirse ‘perversos’ por proponer algo distinto”.
Hay que hacer un esfuerzo. El ritmo vertiginoso de la sociedad, el estrés, el trabajo y la familia están distanciando cada vez más los encuentros sexuales. Como dicen los expertos: “Un factor determinante es el tiempo, pues llegan cansados y buscan cama pero para dormir. Y también la falta de comunicación”.
El doctor Vera recuerda lo que una vez una paciente le dijo a su pareja: “Antes, así fueran las tres de la mañana, buscábamos un espacio para nosotros; ahora el tiempo es el pretexto, así sea en la mañana, siempre hay cosas por hacer y no buscamos un espacio para nosotros”. (EFE Reportajes)
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