En la era del boom de la tecnología, con la aparición de todo tipo de aparatos electrónicos portátiles al cien por ciento, en que las personas pueden acortar distancias y obtener la información que quiera de cualquier parte del mundo y a cualquier hora, hay juguetes que se puede decir que están "en peligro de extinción".
Esta afirmación corresponde a que antaño se veía a los niños en las calles, compartiendo juegos entre vecinos, habían chicos de todas las edades y todos participaban por igual, los más pequeños aprendían de los más grandes.
Algunos de los juguetes en peligro de extinción son los trompos, los volantines, las canicas, los autos en miniatura ("dinkys" o "hot weels") y las tapacoronas que servían de jugadores de fútbol o cualquier cosa que la imaginación creaba, además de las patinetas y las bicicletas que se convirtieron en medio de transporte para unos pocos.
También habían juegos que no necesitaban objetos para ser practicados como el oculta-oculta, congelados, carreras, trepar a los árboles, construir caminos en la tierra, hacer tortas de arena y otros.
La famosa psicóloga chilena Pilar Sordo afirma que la actual es una generación de padres que le temieron a sus padres y ahora le temen a sus hijos, por lo que no imponen autoridad, sino que viven en democracia en los hogares, por lo tanto siempre consultan qué quieren comer los pequeños, se preocupan si sus retoños se aburren, y según dice, se está criando a una generación de niños obesos, rebeldes, aburridos, sin imaginación y sin aspiraciones.
Pero aún estamos a tiempo de rectificar y hacer que nuestros niños se muevan, los adultos debemos dar el ejemplo, imponer autoridad, la psicóloga señala que hay que dejar que los chicos se aburran para que activen su imaginación, por eso no hay que colocar tanta tecnología a su alcance.
Otra manera, a mi criterio, es que podemos enseñarles los juegos de antes, ¿cómo? Jugando con ellos, enseñándoles que una parte de la cáscara de la granadilla puede ser un excelente trompo, que se puede hacer una especie de collar con cáscaras de naranja o mandarina para jugar a la famosa tunkuna, aprovechar los días de viento para encumbrar una cometa y luego dejar que ellos pongan a volar su imaginación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario